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El que no cocina, lava
Esta es la frase que más hemos escuchado los que no sabemos ni hervir un agua o asar una arepa. Para los que son como nosotros, tranquilos; con este post quedarán como verdaderos conocedores, porque en KipClin.com les contamos cómo lavar los platos correctamente.
¿Creían que era solamente armarnos de valor, dejar la pereza a un lado, y coger la esponja y el plato sucio? Pues entonces lean con atención.
Primero, recomendaciones de disciplina
Lo más difícil a la hora de lavar la loza, es no dejarla acumular. El gran problema con esto es que sin dudas nos va a dar más pereza limpiarla después, porque vamos a sentir que es un trabajo que nos tomará mucho tiempo.
Sabemos que es tentador dejar los platos y ollas en el fregadero, y sabemos también que intentamos autoconvencernos de que no vamos a necesitar esos utensilios prontamente. Pero si lavamos la vajilla con frecuencia, será más fácil porque la grasa no estará tan pegada y adherida a ella.
El consejo más importante es, entonces, limpiar a medida que vamos ensuciando. Es mejor lavar un plato, un vaso y una cuchara con Lava Loza 123, que sumarlo a una pila de cosas para más tarde.
Proyecta la lavada
Si bien en el punto anterior ya había un ejercicio de anticipación que nos aconsejaba no acumular platos, ahora es necesario pensar en algo aún más inmediato: remojar los platos y ollas para que la suciedad vaya saliendo mientras empiezas a lavar. Normalmente, las personas solo vierten agua en ellos, pero lo más adecuado es agua caliente con Detergente Neutro.
Una aclaración antes de continuar: deshazte de los restos de comida que quedaron en el plato. Pareciera algo lógico, pero hay personas que no lo hacen y terminan taponando la rejilla del lavaplatos.
*Te recomendamos leer “El manejo de residuos con contenedores de colores”
Que siga el agua caliente
No solo para remojar los platos y facilitar el posterior lavado de la vajilla, sino también para remover la grasa por completo. Es así como esto viene con una recomendación adicional: usa guantes. ¿Por qué? ¿Qué tiene que ver lo uno con lo otro? Para no percudir nuestras manos y para no quemarlas con el agua caliente.
Ahora sí: el orden de la vajilla
Con seguridad, alguna vez escuchaste decir que había que empezar por los vasos para que no quedaran impregnados con el olor de los otros utensilios. Pues es correcto, y no solo por el componente olfativo. Se debe hacer así porque los vasos, normalmente de cristal, son más delicados y tienen menos grasa. Eso sí, déjalos en el secador boca abajo para que el agua deslice fácilmente.
Luego, los cubiertos: lávalos uno por uno. Que sean los más pequeños de la cocina no significa que los puedes lavar todos de una vez.
Después, los platos. Deberías asegurarte de que el detergente sea, a la vez, desengrasante. Con este producto no solo eliminarás la grasa de la superficie de los platos, sino que también erradicarás los malos olores.
Tip: un buen truco es tener un recipiente con agua para ir remojando la esponja constantemente y elevar el nivel del jabón y de la espuma.
¿Y cómo limpiar las ollas?
¡Definitivamente para el final! Suelen acumular restos de comida que es mejor quitar cuando ya el lavaplatos esté muy despejado. Al igual que con los platos, déjalas remojando. Dependiendo de la suciedad, deberán estar más o menos tiempo en ese proceso.
Hay otra recomendación súper importante: cambia la esponja con relativa frecuencia. Esta va acumulando suciedad con el paso de las lavadas; por eso renovarla cada dos o tres semanas, es lo más apropiado.
Hablemos de la presentación del jabón, ¿Líquido o en pastilla?
El primero es el producto clásico para lavar los platos. Como es una solución líquida, el detergente se combina muy fácilmente con la suciedad y se diluye con mucha facilidad.
El segundo, por su parte, es de amor y odios. No suele gustar mucho entre los compradores porque al devolver la esponja sucia al contenedor, el jabón puede quedar con restos de esa suciedad. Sin embargo, este jabón sólido tiene la gran ventaja de ser 2 en 1: detergente y abrillantador.
Eso sí, debes tener cuidado con el enjuague de la vajilla: este tipo de jabones, combinados con cierto tipo de agua, pueden dejar rastros blanquecinos en los platos, vasos y cubiertos, dando la sensación de más suciedad que antes.
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